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Alpinistas llevan a cabo su tradicional peregrinación anual a la cima del Citlaltépetl.

64 años de devoción: la tradicional peregrinación al Citlaltépetl en honor a la Virgen de Guadalupe

En Chalchicomula de Sesma, Puebla, se lleva a cabo una de las tradiciones guadalupanas más significativas de México: la peregrinación anual al Citlaltépetl, el volcán más alto del país. Desde 1960, alpinistas devotos suben a su cima para ofrendar una rosa de plata a la Virgen de Guadalupe como muestra de fe y agradecimiento.

Un recorrido cargado de fe y tradición
La peregrinación inicia el 11 de diciembre con una misa en la Parroquia de San Andrés Apóstol, en Ciudad Serdán. Después, los participantes son trasladados en camionetas hasta las faldas del volcán. Allí realizan una oración, pidiendo protección para completar el ascenso y regresar a salvo a sus hogares.

A las 6 de la tarde, los alpinistas comienzan su ascenso al Citlaltépetl. Al llegar a la cima, colocan la rosa de plata ante una imagen de piedra de la Virgen de Guadalupe y agradecen con oraciones y abrazos por haber completado el recorrido.

Una tradición con raíces profundas
La tradición fue iniciada por don Enrique Juárez y este año celebra su edición número 64. Cada año, un padrino es elegido para cubrir los costos de las misas y la rosa de plata. En 2024, José Eduardo Domínguez González, miembro del Club Alpino Burrita, fue el encargado de este honor.

“Esta peregrinación no es solo un ascenso al volcán, es un acto de fe y unidad. Buscamos ofrecer nuestro esfuerzo a la Virgen y consagrar el año venidero”, comentó Domínguez.

Rituales y respeto por la naturaleza
La tradición combina la fe católica con un profundo respeto por la naturaleza. Los participantes realizan un ritual en el que piden permiso al volcán para subir y, como símbolo de conexión, comen un pequeño fragmento de piedra del lugar.

Quienes alcanzan la cima por primera vez son “bautizados” con hielo derretido sobre sus cabezas, un acto simbólico que los consagra como “hijos del volcán”. Además, se enfatiza la prohibición de arrancar rosas del lugar, ya que estas especies están en peligro de extinción.

Un cierre con unidad y celebración
El 12 de diciembre, al regresar a la parroquia, se celebra una misa donde se entrega la rosa de plata a la iglesia, se nombra al siguiente padrino y se otorgan reconocimientos a los participantes.

La peregrinación reúne a personas de diversos estados como Oaxaca, Veracruz y México, además de visitantes internacionales. Los organizadores invitan a quienes deseen formar parte de esta experiencia única a unirse en las próximas ediciones, fortaleciendo así una tradición que une fe, naturaleza y comunidad.

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